El trauma que se implanta tras haber vivido una relación de abuso, ya sea físico, emocional, psicológico o sexual, suele ser profundo y complejo, afectando varias dimensiones de la persona. Este tipo de trauma, conocido como trauma relacional o interpersonal, surge debido al impacto prolongado de la manipulación, el control y el maltrato en una dinámica cercana y, a menudo, de confianza.
TRAUMA RELACIONAL O INTERPERSONAL
Características del Trauma tras una Relación de Abuso
1. Pérdida de la Autoestima y el Valor Propio:
La constante invalidación y manipulación pueden llevar a la víctima a dudar de su propio valor, sentirse insuficiente o defectuosa, y tener dificultad para establecer límites.
2. Trastornos del Apego:
Las relaciones abusivas distorsionan la percepción de lo que es un vínculo sano. Esto puede manifestarse en dificultad para confiar en otros, miedo a la intimidad o dependencia emocional extrema.
3. Respuesta de Supervivencia Alterada:
El abuso prolongado activa el sistema nervioso de lucha, huida o congelación, que puede quedarse “atascado,” resultando en ansiedad crónica, hiperalerta o sensación de entumecimiento emocional.
4. Culpabilidad y Vergüenza Tóxica:
Las víctimas a menudo internalizan la culpa del abuso, sintiéndose responsables de lo ocurrido o avergonzadas por haber estado en esa situación.
5. Trastorno de Estrés Postraumático Complejo (TEPT-C):
Este tipo de TEPT, común en víctimas de abuso prolongado, incluye síntomas como flashbacks emocionales, dificultad para regular emociones, disociación y autoimagen negativa.
6. Desconfianza Profunda:
Tras un abuso, especialmente si hubo manipulación psicológica o gaslighting, las personas pueden desarrollar un miedo constante a ser traicionadas o engañadas de nuevo.
7. Patrones de Autoprotección:
Las víctimas pueden desarrollar hipervigilancia, evasión emocional o aislamiento como mecanismos para evitar el riesgo de ser lastimadas otra vez.
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